Aitor Díez de Arizaleta: “Todos hemos sido niños y hemos visto a nuestros mayores correr mañana tras mañana, respetando, sin empujarse y dándole sitio al toro.”
La cantera navarra de corredores viene pisando fuerte, muchos son los jóvenes que cada mañana nos ofrecen buenas carreras. Entre ellos está Aitor Díez de Arizaleta. Él no es un corredor mediático. Muchos ni le conoceréis, aunque los que hayan compartido tramo no lo olvidarán. No busca fama ni reconocimiento. Sus carreras se las guarda para él, sin alardes, siendo de las mejores que hemos visto este año en las calles de Pamplona.
Con su camisa blanca impecable, su faja roja, atada por su madre, y el periódico en la mano, enfrenta cada encierro con una elegancia y clase inigualable. Es una de las promesas navarras del Encierro, es casta navarra pura, con garra, con raza y bravura; siempre a más, siempre mejor. Es esencia y valores, es elegancia y simpatía, es humildad y es verdad. Es humor y es respeto; es amistad y es familia. Es valor, coraje, corazón, piernas y decisión. Aitor es futuro, pero también es presente.
De ideas claras y con mucha sangre fría en la cara del toro, es un corredor polivalente, nunca sabemos dónde correrá cada mañana. Tan pronto corre al comienzo de Estafeta, como en Telefónica, o por qué no, se baja a correr a la esencia de La Cuesta. En todos los tramos raya a gran altura y deslumbra con su buen hacer.
Todos los días, le mira de frente a las fieras por el centro de la calle, en cada zancada le mira a los ojos en un diálogo silencioso como susurrándole: “contigo sueño todos los días”. La afición la mamó en casa, pero también la esencia y la pureza del encierro. Para él es más que una tradición; es un legado. Honrar a los suyos en Santo Domingo pesa más que cualquier carrerón en Estafeta. Navarro, Sanferminero y de Larraga.
Encierro de José Escolar de hoy:
Como os contaba en la crónica, Aitor ha vuelto a brillar hoy en Estafeta con dos carreras, la primera interrumpida por un tropiezo, la segunda estratosférica, pero él, con su humildad, nos lo explica así: “Me lo esperaba más diferente, pero hemos podido disfrutar aquí en la calle infinita de Pamplona, en la calle Estafeta: y bien, hemos podido ver algo de toro medianamente cerca y hemos podido disfrutar del penúltimo día de los encierros de San Fermín.”
El Encierro le fluye por las venas
Aitor creció rodeado de historias taurinas y de corredores. “La afición me viene de familia porque mi padre, mi tío, mi abuelo por parte de padre y también por parte de madre siempre han sido corredores. Aparte de Pamplona, se han ido moviendo por toda Navarra”, explica con orgullo.
Su pasión por correr encierros comenzó en su adolescencia. “Empecé en 2016 o 2017. Más que correr encierros, nos metíamos un amigo y yo a las vacas en los pueblos. Teníamos 16 y 17 años. Mis padres nos llevaban a un pueblo, los suyos a otro”, recuerda.
Sus primeros pasos en el encierro no estuvieron exentos de aventuras. Recuerda cómo, de joven, intentó entrar gratis a la plaza de toros de Pamplona tras una noche en vela. “Sin querer, me di la vuelta y vi los bueyes. Nos picamos un poco y decidimos que al día siguiente entraríamos un poco más tarde a ver qué pasaba”. Ese pequeño reto inocente se transformó en una pasión desbordante que lo ha llevado a ser un corredor dedicado y respetado.
En sus primeros encierros corriendo comenzó en Santo Domingo, un tramo que tiene un valor especial para él. “Empecé allí porque era tradición familiar y yo quería formar parte de eso. Ahora no me aferro a un tramo; me gusta ir cambiando para ver lo que se vive en cada uno. Cada tramo es un mundo muy diferente y creo que es muy bonito hacerlo.” Este año, ha corrido en varios puntos y en todos ha dejado huella: “Al principio de Estafeta, a mitad, en Telefónica, en Callejón y en Santo Domingo.”
Encierros de San Fermín 2024 y El Toro
Aunque este año los bueyes han liderado prácticamente todos los encierros, lo que dificulta “coger toro”, Aitor ha logrado destacar y con habilidad y precisión ha sorteado a la cabestrada. “No sabría decirte cómo lo he hecho. Al final también hay un factor que es la suerte, no te lo sé explicar”, admite con su habitual humildad.
Para Aitor, el toro no es solo un animal, es un símbolo y una forma de vida. “En la actualidad, el toro es mi día a día. Ahora mismo no entendería una vida sin toro. Lo es todo, como dicen muchos, es vivir por y para el toro.”
Los valores y la esencia del encierro
Hablar con Aitor Díez de Arizaleta es sumergirse en los valores y la esencia más pura del encierro de San Fermín. Para él, el encierro de Pamplona no es solo una carrera delante de toros, es un cúmulo de emociones y un encuentro con sus propios miedos. “Es encontrarte con tus miedos, con tus mayores emociones, es un cúmulo de sentimientos muy grandes y más siendo el encierro de Pamplona. En otros encierros son diferentes sentimientos; al ser tu ciudad, es como formar parte de una tradición que lleva muchísimos años. Para mí es un orgullo tener esta afición y que me la haya inculcado mi familia”.
Aunque Pamplona ocupa un lugar especial en su corazón durante los 365 días del año, no se olvida de otros encierros que también ama. “En primer lugar, con el encierro de mi pueblo, Larraga, por supuesto. Pamplona y Larraga siempre van de la mano. El año pasado probé a correr el Pilón de Falces y me ha enamorado locamente, ha superado con creces a muchísimos otros encierros donde corren toros. Pero, si me tengo que quedar con uno, me quedo con Tafalla sin ninguna duda”.
El respeto es fundamental
Tanto Aitor como sus más íntimos amigos, destacan por lo arraigados que tienen los valores y la esencia del encierro en Pamplona. Produce felicidad ver que parte de la cantera habla de esta manera del encierro más importante del planeta: “Lo principal es el respeto. Entre nosotros los compañeros, que, aunque seamos completamente desconocidos estamos unidos por lo mismo. Da igual lo que pensemos, lo que seamos o de dónde vengamos, que nos une lo más grande que tenemos ahora mismo, que es el toro bravo. Por eso estamos aquí todos los días jugándonos la vida por cumplir un sueño que tenemos todo el año, todas las noches que estás en vela, que te cuesta dormir…”
“Y, por supuesto, respeto al toro: no tocarlo, no agarrarse. En algunos momentos puede que lo toques para no caerte o para medir distancias, pero hay que respetarlo siempre”. Para Aitor, la esencia del encierro radica en los valores que lo sostienen
Estas palabras hablan del hermanamiento que el Encierro nos brinda, el blanco y el rojo además nos iguala a todos. Su forma de vestir, con camisa y de blanco, a la hora de ponerse delante de los toros demuestra más ese respeto. “Cuando vas a otros lugares, por ejemplo, tú te vas a Ciudad Rodrigo, que fuimos con los amigos, y la gente se disfraza, y tú no eres uno menos, no vas a romper la esencia que tiene Ciudad Rodrigo de disfrazarse. En Pamplona es lo mismo, la esencia es venir de blanco y rojo. Me duele mucho y me entristece ver a la gente de colorines, de rayas… por otra parte, lo respeto porque es su forma de llevar a su pueblo, de llevar a su equipo o su amuleto de suerte; pero a mí no me atrae”.
La gestión del Miedo
Aunque puede parecer que el miedo no es un obstáculo para él y que no forma parte de su día a día, Aitor admite que es algo que también enfrenta, pero su carácter lo hace más llevadero. “El miedo es algo que lo llevo muy muy bien, porque soy muy tranquilo y, en las situaciones en las que se te apodera el miedo y el caos en la cabeza, cuando cuesta pensar más, le meto un poco de humor y así me despejo, cambio un poco de mentalidad y así me olvido poco a poco del miedo que es lo más normal. No digo que no tenga porque paso auténtico terror cuando estoy en Santo Domingo y llego 45 minutos antes. Lo paso verdaderamente mal, pero también es muy bonito saber vencer ese miedo. Me parece precioso”.
El ritual que más lo conecta con los encierros es íntimo y familiar; y únicamente es para San Fermín. “Mi ritual es cuando estoy cambiándome en casa. Se levantan mis padres, salen al salón, charlamos un rato y seguidamente mi madre me anuda la faja; es algo que sé hacerlo, pero prefiero que me lo haga mi madre porque me parece muy precioso ver a mi madre feliz vistiéndome. Después le doy un beso y me voy a correr”.
Ganaderías y Retos
En cuanto a ganaderías no tiene preferencias. “Tenía una ganadería favorita y no ha venido este año. Era Núñez del Cuvillo, y fue la primera ganadería hace años que me arrasó por encima, que me pasó entrando por el callejón. Fue la que me creó un pálpito porque no tenía sentimiento por ninguna y esa fue la que me metió la puntilla. Dije ‘tengo ganas de volver a verles el año que viene y quitarme ese gusanillo. Pero no me quedo con ninguna de las que vienen a Pamplona.’”
Eso sí, eleva la apuesta y lanza el próximo reto visualizándose en el esperado encierro de Casta Navarra que por primera vez los toros de Reta preparados para la lidia nos ofrecerán en la capital de la Zona Media este verano. “Soy muy kilómetro cero y tengo ganas de que llegue agosto para correr los toros de Miguel Reta en Tafalla”.
Referentes en el Encierro
El encierro es una tradición llena de historias, respeto y aprendizaje que se transmite de generación en generación. Nuestro protagonista lo vive con una intensidad que desborda palabras. Desde su infancia, frente al televisor, observó con admiración a sus antecesores correr con valentía y respeto, una influencia que marcó su camino. “Todos hemos sido niños y hemos puesto la televisión a las siete y media de la mañana para ver a todos nuestros mayores cómo corrían mañana tras mañana, respetando, sin empujarse y dándole sitio al toro. Así que sí, tengo muchos referentes, pero los principales siempre van a ser mi padre, mi tío y mis abuelos.”, confiesa con una sonrisa llena de orgullo.
La Perfección y la Amistad en el Encierro
Hablar del encierro es hablar de caos y emoción, pero también de una búsqueda constante de perfección. “Sí, existe la carrera perfecta. Pero, ¿qué es la perfección en un encierro donde todo es caos, burullos, empujones, caídas y sustos? Para mí, la perfección es entrar en el hueco, darle distancia al toro, respetar a los compañeros y salir sin molestar a nadie”. Esa visión del buen correr es la que también sueña plasmar en la calle Estafeta: “Me encantaría envolverme lleno de toros en medio de la manada. Sería precioso”.
Pocas sensaciones son comparables a la de sentir un toro respirándote en los riñones. “Es soñar despierto. Mirar atrás y ver a ese toro que tantas noches te ha quitado el sueño y pensar: ‘lo estoy cumpliendo’. Es algo indescriptible, se pasan tantas cosas por la cabeza que no se puede explicar”.
La amistad también juega un papel crucial en el encierro. “Para mí es lo principal. El encierro es importante, pero más lo es ir a almorzar juntos. Sin mis amigos, dejaría de ir a muchos sitios. Al final son con los que voy día a día, con los que creo las anécdotas, porque al final el encierro es muy importante, pero para mí son más importantes los amigos.”, comenta con gratitud y cariño.
Cantera Navarra de Corredores
La cantera navarra de corredores está dando mucho de qué hablar, y Aitor no duda en destacar el cambio generacional que está manteniendo el encierro. “Se está viendo un cambio generacional impresionante, sobre todo los de aquí de casa, porque están aprendiendo a crear un encierro limpio, bonito, respetando al toro y a los compañeros. Eso es lo más importante”.
Además de corredor, también es un buen aficionado taurino y nos comenta sus impresiones de lo que llevamos de Feria del Toro. “Los toros en presentación pues bueno, hay un poco de todo, un popurrí. Y de toreros me ha gustado Pablo Aguado, me gusta mucho. Pero, sobre todo, me emocionó mucho la despedida de Pablo Hermoso de Mendoza ya que en nuestra familia tenemos mucha afición a los caballos.”.
Para quienes sueñan con su primer encierro, su consejo es claro: paciencia y aprendizaje. “Lo primero es tomárselo con tranquilidad, ya que la gente ahora mismo quiere ir de cero a cien en un día y eso no funciona así. Tienes que ir adaptándote poco a poco, ver cómo funcionan las cosas, leer, preguntar a gente.”.
Además, advierte sobre los peligros de obsesionarse. “Lo primero es no agobiarse, porque un año te puede ir muy bien, pero al siguiente puede ser un caos y eso mentalmente…, lo sé de primera mano por compañeros que lo están pasando muy mal; en esos momentos hay que tirar para arriba, con ánimo, amigos y mentalidad fría pensando ya en el año que viene”.
Pamplona es especial
Y es que Pamplona es muy exigente, a su vez también muy amada y esperada. Por eso, la presión de hacerlo bien en San Fermín es mucho mayor. Aitor al respecto nos dice que “Pamplona es algo especial en el mundo del toro, algo inigualable, no existe en ninguna parte de España ni del mundo.”
Hay quien puede llegar a creer que lo importante para correr un encierro es preparase mucho físicamente, pero como bien nos explica Aitor, las piernas no son lo más importante a la hora de ponerse delante de un toro. “Yo corro con el corazón, porque al final es lo que te hace palpitar delante del toro. Si el corazón te dice que sigas y piernas te dicen que no, al final el corazón tira más fuerte y sigues hacia delante con todo.”, asegura.
Corazón sanferminero y guerrero
Es precisamente en el corazón donde se fabrica el valor, “Sí, ahí está, donde la bomba de relojería cuando suena el cohete te inunda de adrenalina y ya es una acumulación de sentimientos.”
Y en el corazón de este corredor está San Fermín. “San Fermín lo es todo. cuando me levanto a la mañana para ir a trabajar es en lo que pienso, cuando me voy a acostar que estoy hablando con mis amigos es de lo que hablo, es en lo que estoy dándole vueltas todas las horas del día. Es el sentimiento hacia San Fermín, no sólo hacia el encierro, sino también hacia la corrida, hacia los gigantes, hacia toda la música que crean folclórica, hacia la fiesta.”.
Compaginar fiesta y encierro no es un problema para él, al menos por ahora. “es algo que, si lo sabes llevar bien, sobre todo mentalmente, se puede compaginar perfectamente. Igual ahora puedo y dentro de diez años no puedo, por eso prefiero hacerlo ahora porque igual en diez años no me lo puedo permitir”, reflexiona.
Para él, San Fermín no son solo nueve días en julio. Es un sentimiento que vive y respira los 365 días del año. Cualquier día, en cualquier momento se mete en su galería, o en las redes sociales, para ver algo de San Fermín que le agite ese corazón guerrero y le ponga la piel de gallina.
Da gusto ver con la pasión que lo vive.
GRANDE, AITOR.
Sí, es una auténtica maravilla escuchar a Aitor hablar del Encierro y de San Fermín. ¡Muy grande, Aitor! 🙂