Los Maños: Tradición, Retos y Pasión por el Encaste Santa Coloma
Enclavados en las altas Cinco Villas, en Luesia, los Santa Coloma de la ganadería Los Maños pastan bajo el cuidado y la dedicación de José Luis Marcuello. Toros bravos y nobles, representando así a sus ganaderos y a sus paisanos, que no podemos sentir otra cosa que orgullo cada vez que los vemos anunciados en plazas de primera categoría tanto en España como en Francia.
Este ganadero aragonés, reconocido por su pasión, afición y honestidad, se prepara para un desafío importante: llevar una novillada a la plaza de Las Ventas. En una conversación exclusiva, Marcuello desglosa su visión sobre la crianza, las dificultades del encaste y los retos que asume en nombre de la tauromaquia aragonesa.
“El tiempo afecta, pero no a la lidia”
Con los cambios climáticos de esta primavera, los animales de la ganadería lo notan. “Con estos cambios de tiempo, los animales lo notan muchísimo, están riñendo… tan pronto estamos a 25 grados como a 2. Sin embargo, en la lidia, el comportamiento no cambia. Lo que puede influir es el clima el día del festejo”, explica Marcuello.
La preparación de la novillada es meticulosa y lleva meses. “Desde septiembre apartamos doce novillos para elegir seis que cumplan con los estándares de Las Ventas. Alimentación y cariño son fundamentales, pero también debemos prever eventualidades, como que se lastimen o se peguen entre ellos”.
Sobre la importancia del encaste Santa Coloma
Marcuello no oculta los desafíos que supone criar este encaste. “No es fácil ni de criar ni de lidiar. Hay pocos toreros que quieran torear estos toros, lo que limita las plazas donde podemos lidiar. Sin embargo, donde demandan Santa Coloma, hay emoción asegurada”.
La morfología pequeña de estos toros genera retos adicionales. “En plazas de primera, el reconocimiento puede ser complicado. Si sacamos un toro excesivamente grande, no embiste igual. Los aficionados lo saben y valoran que el toro esté en tipo, y poco a poco los presidentes y veterinarios también se están mentalizando de ello”.
Madrid y Francia: el punto de inflexión
El 5 de mayo en Las Ventas y el 20 de mayo en Vic-Fezensac son dos fechas clave. “Si esos dos festejos van bien, las tres novilladas que tenemos pendientes las dejaremos para corrida de toros. Si no, las sacaremos este año. Lidiamos también en Parentis-en-Born y tenemos compromisos en Burgos, Aragón y otros puntos de España y Francia”.
La ilusión de lidiar en Las Ventas se mezcla con el aprendizaje de experiencias pasadas. “El año pasado, al rechazar tres toros en el reconocimiento, decidimos no dejar sólo uno. Aunque volvimos cabreados, ya en el camino nos llamaron para comprar esos toros. Lo tomamos como algo positivo”.
El toro ideal y el legado de Quejoso
Para Marcuello, el toro ideal es el que “da emoción al público y permite al torero lucirse, pero también exige que se le hagan las cosas bien. El aficionado debe sentir que lo que ve en el ruedo es algo único, algo que no cualquiera podría hacer”.
Diez años después del indulto histórico de Quejoso en la plaza de Zaragoza, el semental sigue en plena forma. “Con trece años, hace su labor de semental y se cuida mucho. Ofrecimos una novillada con sus hijos para el Pilar, pero no fue aceptada. Hubiera sido un homenaje bonito, pero igual lo hacemos en Ejea”, bromea.
Representando a Aragón con orgullo
Para Marcuello, llevar el nombre de Los Maños a plazas de primera es un reto que asume con honor. “En 2018, rompimos una sequía de más de doscientos años sin que una ganadería aragonesa lidiara en Las Ventas. Hemos afrontado desafíos en Zaragoza, Francia y otras plazas, demostrando que los toros de Aragón están a la altura. Vamos con la cara bien alta y demostramos que aquí también hay bravura”.
Los Maños no solo representan un encaste, sino una forma de entender y vivir la tauromaquia: con pasión, trabajo constante y la búsqueda de la emoción en cada tarde.
De las vacas bravas al ruedo
Los Maños tienen raíces profundas en el festejo popular, una herencia que José Luis Marcuello relata con orgullo:
“Mi padre empezó en el 77 como ganadero hasta el 88. Tenía una vaca de cada lado, pero qué vacas, buenas y listas como ellas solas. En Pinsoro hicieron una escarda con el Ancla auténtico, no el de ahora, sino el de Jesús Álvarez y mi padre. Fue algo que los viejos todavía recuerdan. Hacían 35 pueblos al año con 5 o 6 sesiones por pueblo, pero en el 88 mi padre se cansó. Entonces se unió a su primo Jesús y, junto con sus hermanos, fundaron lo de JMF. Fue un salto importante: decidieron lidiar cuando nadie más lo hacía”.
El primer gran desafío llegó en el año 2000, cuando debutaron en novilladas picadas:
“Tenía siete utreros, pero uno se lo cargaron en el campo. Se quedó con seis, los bajó a la Misericordia y se lidiaron todos. Fue una novillada más buena que la hostia. A partir de entonces, subimos peldaño a peldaño: primero una novillada, luego dos, y así hasta hoy”.
Un sueño por cumplir
A pesar de los éxitos en plazas importantes, Marcuello tiene un reto pendiente: Pamplona. “Tengo unas ganas enormes de ver estos toros en el encierro. Los nuestros no están acostumbrados a correr en manada. Ahora los encierros son un aburrimiento: los toros corren con la cabeza alta, arropados, sin soltar derrotes. No puede ser”.
La conversación se llena de recuerdos de Sangüesa, donde el encierro con sus novillos dejó huella:
“El año pasado, hicimos un encierro allí, y los toros salieron como avispas. La novillada fue muy buena, le dieron la vuelta a un novillo, pero por la mañana en el encierro, uno se cayó y los bueyes lo recogieron. Los demás, sin embargo, iban uno por cada lado. Los corredores no se lo creían. El recorrido es pequeño, pero con 400 o 500 metros más, quizá se habrían templado un poco”.
De las Cinco Villas a las grandes plazas
“Me gusta cuando dicen que nuestros toros son como nosotros, nobles y bravos. No te equivocas”, comenta Marcuello entre risas. Esta filosofía acompaña cada paso de Los Maños, desde sus raíces en el festejo popular hasta las plazas de primera.
Para el futuro, además de Pamplona, Marcuello sueña con consolidar su lugar en la tauromaquia. “Estos toros son para quienes buscan emoción, algo que no cualquiera podría hacer. Representamos a Aragón con orgullo y seguimos demostrando que aquí también hay bravura”.
Los Maños son más que una ganadería: son un símbolo de esfuerzo, tradición y la búsqueda constante de la excelencia en la fiesta.
Si quieres leer la entrevista original y todas las declaraciones de José Luis Marcuello, pincha aquí.