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miércoles, 16 julio 2025

Entrevista a Pablo Gómez “Bolo”: “El toro me ha dado mucho, pero a San Fermín lo tengo en un pedestal”

Pablo Gómez, “Bolo” para los amigos, es de esos corredores que llevan media vida dejándose el alma en cada encierro al que va, dejando el corazón en y por San Fermín. De Miraflores de la Sierra a Pamplona, y de ahí al último tramo de la Estafeta, siempre desde el mismo portal y siempre fiel a una manera de entender esto: con respeto, con cabeza, con valores y con corazón.

En 20 años corriendo el encierro, Bolo nos ha regalado infinidad de excelentes carreras, en un tramo complicado, pero que lo domina como pocos. Un tramo donde la cara de los toros está muy cara, pero que él la consigue casi a diario con elegancia y saber hacer. Este año nos estaba ofreciendo magnificas carreras, pero su caída de ayer, tras un impecable carrerón, ha interrumpido la buena racha, así que hoy no ha pisado los adoquines.

Sin pelos en la lengua, con sinceridad, con honestidad y con una extraordinaria humildad, Bolo nos transmite la verdad de todo esto desde la experiencia, con sabiduría y con su habitual buen humor. Es uno de los elegidos, uno de los corredores tocados con la varita mágica de los que se pueden contar con los dedos de las manos. Pasen, lean, disfruten y aprendan de las palabras de uno de los mejores corredores que a día de hoy pueblan en las calles de Pamplona:

Antes de nada, hoy no has podido correr por lo sucedido ayer, así qué, ¿con qué carrera te quedas de todas las que has podido realizar este año? 

Me quedo con la carrera de ayer, con la de Escolar. Los cogí en lo del Evaristo y estuve todo el rato delante de los toros hasta la Bajada al Callejón. Ahí había un pequeño montón que intenté saltar, no pude y caída terrible.

¿Cómo estas viendo los encierros este año?

Toros muy rápidos, muchísima gente, cada vez más gente en la cara del toro queriendo coger toro; pero sobre todo encierros muy muy rápidos. Encierros muy bonitos también, partidos, manadas estiradas, no todo en pelota.

¿Cuándo y cómo comenzaste a correr encierros?

Comencé siendo menor de edad, con 16 años. Por lo típico, era un chaval e iba a los encierros. Me metía en las típicas capeas, pues eso, típicos encierros. A partir de ahí, fui dándole, fui dándole y hasta el día de hoy. Me llevaba mi amigo Canuto.

¿Porqué tu afición por el toro de dónde viene?

Mi afición por el toro es algo que siempre me pregunta muchísima gente y, si te digo la verdad, no sé de dónde viene. Porque no tengo ningún familiar ni nada que me lo inculcase de pequeñito. Sin más.

¿Qué recuerdas de aquellos comienzos?

A los 17 hice mi primer concurso de recortes con Team Toro de Miguel Ángel Castander. Siempre recuerdo una anécdota con mi amigo Canuto: Yo tenía 17 años, no se me olvida porque era menor de edad, no tenía carné de conducir y él me llevaba a los sitios. Fuimos a Sanse y me metí en el encierro en mitad de la calle Real. Entre con él, él es el típico de los de los que se ponen delante para cuando tiran el cohete correr hacia la plaza… Entonces, le pregunté, “¿Tú? ¿Aquí para dónde se corre?” Y el hijo pu* me dijo para otro lado. Y cuando vi a la gente corriendo para el lado contrario dije “esto no es”.

 ¿Y tu primer Encierro en Pamplona?

Mi primer encierro en Pamplona fue a los 18 años.

¿Qué recuerdas de esa primera vez? 

Por temas de trabajo no podía subir toda la semana, entonces subía los fines de semana o días libres que pedía. Recuerdo estar en el portal donde me pongo, en el 69 del Evaristo, con Chinarro y Molina, ellos ya subían de un año antes, y no sabía dónde ponerme, ni qué hacer… Lo típico, recuerdo de pequeñito ver los encierros de Pamplona antes de ir a los campamentos.

¿Siempre has comenzado desde ese mismo portal?

Sí, siempre he empezado ahí, en el portal 69, y cuando suenan los cohetes, ya de la mitad de la calle, para delante. Había dos amigos míos que se ponían allí, y me puse allí también. Desde ese primer año, en el balcón más bajo de la calle está Miguel Indurain, en el Fitero, y es el que nos canta los toros cuando pegan abajo en la estafeta, en la curva.  Dice: ” ¡Vienen dos bueyes, viene un toro…!” Te lo canta, que luego a lo que llegan arriba, pueden pasar muchas cosas, pero te da algo más de tranquilidad.

Cuando llegaste a Pamplona esa primera vez, que no sabías nada, ¿cambió mucho lo que tú habías visto por la televisión a lo que luego visteis en la calle?

Sí, sí, una barbaridad. Totalmente diferente, veía los encierros, veía a Dani Oteiza, a David, a Víctor Alves, a Julen, veía a mucha gente. El primer día que llegué, cuando sólo veía guiris, voces, gritos, chillidos… y de repente vi, vamos, que ni los vi, doce bultos pasar por mi lado, dije: “hasta luego, pues ya está, venga” (risas)

¿Y cuál es la primera carrera que te sale bien?  ¿Qué dices, jo…? 

La primera carrera, no se me olvida, que fue, al cabo de dos o tres años, me tropecé en mitad de la calle y me quedé. Ahí me encontré a un Cebada Gago, no fue mi mejor carrera, pero sí la que te pones un toro en la espalda y corres unos metros con él, le vas mirando…

La que te hace coger el sitio, vamos. 

Exacto, exacto.

¿Y cómo es esa sensación de llevar el toro en la espalda?

(RÍE) Son momentos en los que se para el mundo, y es que, además, como tengas gente alrededor que conoces… Soy de los que voy hablando con ellos, los voy reconociendo… Todo va muy rápido, pero a la vez, todo pasa como lento. Vas diciendo: “¡Bah, no puede ser!”  Con Aitor, con Ander, con Pablo Alfaro… Hay momentos que llegas a la carrera, o te llegan ellos con el toro y, siempre intentan respetar a todo el mundo. Además, si ves alguien que es conocido o amigo tuyo que le está cogiendo un toro, y te tienes que tirar a la cara del toro, te vas a tirar sin pensarlo.  En esos momentos que comparto con ellos, como que se para todo, reconozco caras, escucho: “¡Dale Bolo! ¡Sigue Bolo que lo llevas detrás!”, con muchas carreras, que a lo mejor no te encantan y que casi no miras al toro porque te la va cantando: “Dale Bolo, que lo llevas” Se me está poniendo la piel de gallina… se te para el mundo en ese momento.

¿Qué es la amistad en el encierro? 

La amistad lo es todo. Del mundo del toro he sacado amigos, como si hubiera vivido con ellos. Porque en esos momentos no están tus amigos, a lo mejor, de tu infancia, con los que has tirado piedras a los tejados y tal; pero sí están esos amigos que, al final, estáis a lo mismo, te estás jugando la vida ahí con ellos. Tengo grandes amigos del mundo del toro que si les pasa algo y tengo que ir delante del toro, voy a hacerlo.

¿Eso es lo mejor del encierro? 

Para mí, lo mejor del encierro es eso, que tú mires por los demás y que los demás miren por ti. Sé que a mí, si me pasara algo, sé que mucha gente daría la cara por mí en ese momento. Y yo lo haría igual.

¿Qué es el toro para ti?

Para mí, el toro es todo. El toro es todo por lo que me he llevado, por todo lo que me da y por todo lo que significa. Me he llevado alegrías, me he llevado decepciones, me he llevado sustos, me he llevado amigos, me he llevado incluso enemigos. Porque sabemos como es la gente… El toro ha girado alrededor de mi vida durante años. Una cosa que te quita el sueño es por algo.

Y que aparte te hace tener sueños…

O sea, cuando tú vas en una furgoneta escuchando la música y piensas en el encierro es porque está el toro y eso es por algo. Es mi vida.

Hablemos de Huracán y de esa pedazo de carrera que le aguantaste, ¿cómo recuerdas ese encierro y qué tiene de especial Huracán para ti? 

Este encierro es que tiene muchas cosas. Estaba en Indurain y escuchaba: “¡Un toro, un toro…!” Siempre intento coger el cabeza de manada; intento no dejar pasar la primera oportunidad. Esa vez veía a la gente desaparecer en la calle. No sabía nada. Venía por mitad de la calle como una bala. A Colás no llegué a verle, viéndolo por televisión vi su carrera, pero no llego hasta donde estaba. Lo que sí vi fue, que no se me va a olvidar jamás, a Aitor quitarse del medio. Y dije: “¿qué cojones pasa aquí?” Cuando le vi aparecer en mi cabeza era meterme, meterme y meterme… Y me metí ahí y, bueno, puede ser de las carreras que más he tenido que apretar los riñones corriendo. Lo bueno era que la gente le veía venir se apartaba y te dejaba mucho hueco para correr. Antes de llegar a Telefónica me tenía cogido…

Sí, te tenía, pero libras… 

El toro giró la cabeza para la derecha para agarrarme con el pitón en la espalda y no acertó.  Después, se cayó. Ya había hecho mi carrera, pero estaba encendido, estaba en todo alto y no pensaba que iba a volver a apretar tanto cuando se levantara. Pero cuando lo hizo, dije: “Andando para la plaza”. Sin embargo, el toro apretó los riñones para abajo y vino muy fuerte. No sé qué hubiera pasado si no se me hubiera puesto el chino del peto amarillo delante. Esa cara no se me va a olvidar en la vida, lo reconocería entre todos los chinos del mundo. ¿Qué hubiera pasado si no hubiera estado? Siempre tendremos la duda. Pasó lo que pasó…

Y tuviste que comprar pantalones nuevos…

Pero bueno, por lo menos fueron sólo, gracias a Dios, unos pantalones nuevos porque ya justo debajo, en la primera puerta delante de la plaza, pues el toro me echa mano, me sube en su lomo, con la mala suerte que encima iba pegado a la pared, no me podía caer al suelo…

Eso es lo que más miedo me dio, me acuerdo en el momento en el que te vi colgado y tan pegado a la pared, dio miedo…

Intenté agarrarme a los recovecos que están en alto con las dos manos y justo en la entrada de la plaza ya veo que caigo y dije: ”hasta aquí”. Pero no, porque cuando toqué el suelo resulta que llevaba el pantalón en el pitón metido. En todo momento sabía que no llevaba nada, era cuestión de caer al suelo porque sabía que el toro no iba a dar la vuelta ahí, en el callejón a la velocidad que iba. Y cuando caigo que pensaba que había terminado, noté el tirón con las piernas para delante y digo: “no me lo puedo creer”. Iba con los pies para delante y con la cabeza para atrás, veía la cabeza del toro la llevaba retorcida porque estaba enganchado a mi pantalón. En ese momento pensé: “no me va a salvar ni Mateo”. Por suerte, los pantalones que llevamos ya están preparados para eso y se rompió, entonces el toro se fue para delante. Cuando más miedo pasé fue ahí, cuando toqué el suelo y vi que iba con los pies para delante. Digo: “bueno, veremos a ver”.

¿Cómo se gestiona la toma de decisiones en la calle?

Sinceramente, es algo que a lo mejor no te sabría ni explicar, ¿eh?  Porque son segundos, milésimas de segundos… Siempre lo digo: “tú puedes estar físicamente como un avión… pero ahora mismo en Pamplona, lo de ser un avión no te sirve de mucho.

No, porque hay muchos que son un avión y no cogen el sitio. 

Claro. Tú puedes ir a otro encierro, por ejemplo Sanse, que hay mucho más sitio, es más largo, que la gente no los aguanta tanto, y ahí el físico lo notas un poco más. Pero en Pamplona ahora mismo, lo que te decide y lo que te manda es la cabeza y el corazón, de decir “ahora” y “ahora”; no dudar y cuando ves el hueco, pues tirarte a ello. Porque ahora los toros en Pamplona van muy preparados, me acuerdo hace años que tengo muchas carreras de muchos metros y ahora no veo a nadie haciendo estas carreras. Por ejemplo, tengo la cabeza una de Escolar, que lo tengo en casa, de coger el toro antes del Fitero, con Aitor, y meterlo hasta la plaza.

Sí, sí, de esas hay muchas. Vuestras, de los dos, y de poquitos más, ¿eh? 

Sí, las hay, las hay de mucha gente, pero de hace dos años no las veo porque hay mucha gente, gente muy joven y gente con ganas. Y lo entiendo, porque son 38 años ya, ¿eh? (risas) Me veo a los chavales ahora de 20, de 25, como aviones y digo: ¿Dónde va esta gente?… Pero tú ves a mucha gente muy preparada…

Pero falta la cabeza y el corazón. 

Efectivamente, falta esa decisión, ese hueco, el decir “ahora”…

También hay gente que le sale bien un año, y al año siguiente no encuentra en el sitio…

Esto también lo hablo con mis amigos, pero es como la vida. Lo difícil no es llegar arriba, lo difícil es mantenerse. Y estar ocho días en Pamplona y en mi caso pues la mayoría de los días veo a los toros, por decirlo de alguna manera, pero hay a gente que los veo como amargados, “tú, que no vi un toro, tú, que no tal…” “Tú, que es que esto no es fácil, ¿eh?”

Obsesionarse es malo

Obsesionarse es malo, de hecho, a mí me pasó y cambié el pensamiento y dije, “Pues si no sale hoy, saldrá mañana, y si no, al otro, y si no, al año que viene… Pero el mantenerte ahí, el estar ahí todos los días, durante tantos años, eso es lo difícil, porque es lo que tú dices, puede llegar un tío un año y puede hacer unos carrerones que flipas. Pero, ¿Dónde está ese tío? Porque yo he visto muchos… y luego no los he visto.

Así es, así es.  Un año te puede salir bien, y al año siguiente frustrarte porque no te sale…

Hay amigos que me preguntan: “Jod** Bolo, ¿Cómo lo haces? o ¿Qué haces?” Pues ponerme en mitad de la calle con las ideas claras y tirar para adelante. Se acaban frustrando, sin salir a almorzar… Que no son así las cosas, que no. Pamplona no sólo es el encierro, aquí hay que disfrutar de todo.

¿Qué significa San Fermín para ti?

Con decirte que me caso el año que viene y gustaría subir ahí a casarme delante de San Fermín… con eso te digo todo. (risas) Pamplona, el encierro, y el toro me ha dado mucho, pero a San Fermín lo tengo en un pedestal.

En tus primeros años, corrías de verde, incluso de rojo, luego, te pasaste a usar el blanco y además con camisa. ¿Qué te hizo cambiar de opinión para ir por buen camino? 

No soy de los que me oculto y digo las cosas (risas). Es verdad es que en los primeros años corría con camiseta verde del equipo de mi pueblo, con la roja también… Lo típico, para que te vea tu madre, tu familia, tu gente. Siempre lo reconozco y siempre lo voy a reconocer que era por eso. Después, yo digo lo bueno y lo malo y yo no corría limpio, agarraba mucho, braceaba mucho. Gracias a Dios y por mucha gente de allí, que no voy a nombrar, me cogían y me decían: “Me cago en la p*** Bolo, con lo bien que corres y  tienes el sitio ese sitio y los p*** brazos…”. Te juro que me levantaba por las mañanas y me decía a mi mismo: “Bolo, los brazos, no agarrar, busca la cara del toro y para adelante…” Y al final, eso lo vas cambiando.

Lo de la camisa, pues prácticamente lo mismo. Tengo mucha vida en Pamplona fuera de Sanfermines, tengo amigos que muero por ellos… y, por así decirlo, es su encierro, son sus tradiciones, sus cosas. Ellos me cuidan aquí con sus tradiciones y hay que respetarlas, así que me la puse. De hecho, al principio, cuando me cambié la camisa, corría con unos brazaletes rojos y me decían: “¿no me jo*** Bolo, te pones de blanco y te pones brazaletes?” Así que como no tenía más camisas lo dejé para el año siguiente. Pero el pañuelo verde no me lo voy a quitar…

Eso es distinto, no todas las peñas de Pamplona tienen el pañuelo rojo. 

Claro, y voy a contar una anécdota: el pañuelo verde que llevo es de la asociación taurina de mi pueblo, pero corría con el pañuelo verde de la Peña La Única porque me lo regalaron. Ese pañuelo lo perdí en Sanse, entonces cogí el de mi pueblo y hasta ahora.

¿Eres supersticioso o maniático?

La verdad que sí (risas). Aquí tenemos un ascensor porque es un cuarto y siempre bajo las escaleras andando, siempre salgo por el lado derecho de la calle y luego tenemos dos pasos de cebra, que si el primer día cruzo por los pasos de cebra, los demás días tienen que ser por los pasos de cebra también. Y luego, lo típico, las estampitas, las pulseras, los anillos, el rosario…  Al principio era mucho de llevar muchas cosas, pero tienes que poner un límite. De hecho, hace cuatro años, que lo hice acojonado, dije: “A tomar por c***”.  Me quedé con la primera pulsera con la que empecé a los 18 años, una pulsera de mi madre y un rosario que me regaló un tío mío. Nada más.

¿Cómo se gestiona el miedo?

Yo me hago el sueco (risas) y hago como que no lo tengo. Soy el típico que, en vez de hablar del encierro, te puedo hablar de cualquier cosa, minutos antes, ¿eh?

Lo tuyo es preguntar la hora…

Sí, pregunto la hora y cuánto queda, soy muy brasas con eso, pero eso es justo ya cuando estamos ahí en el portal en Pamplona, pero me refiero a cuando estamos calentando… intento, evadir a la gente y evadirme yo. Mira, en Sanse en enero, ya lo vistes que no iba a correr porque estaba fastidiado del tobillo; me metí ahí, vi a los chavales desencajaos, yo no iba a correr así que no tenía presión, me puse en el portal para verlos bajar, pero vi venir un toro perfecto y dije: “esta es la mía aunque tenga el tobillo mal”; y me metí un carrerón que dije: “¿por qué no vengo así todos los encierros?. Pero el miedo gestionas teniendo las ideas claras: sabes dónde te estás metiendo, sabes lo que te puede pasar y antes de ir ahí debes de tener eso asimilado. El miedo va a seguir estando, pero lo vas a tener controlado.

¿Tienes ganadería predilecta?

Miura. De hecho, tengo un Adolfo, tengo un Escolar, tengo uno del Puerto de San Lorenzo, tengo un Cebada… Tengo cinco cabezas y la que estoy esperando es la de Miura.

¿Todavía no tienes ningún Miura?

No, porque los tres carrerones que le hecho me he quedado sin ellas. De hecho, en 2016, corrí todos los sanfermines de verde, y el último día dije “me cambio con Miura la camiseta”, fue el primer encierro que corrí con la camisa blanca y los brazaletes.

Ese día la carrera fue espectacular

Pues me quedé sin la cabeza, me la quitaron, por decirlo de alguna forma. Al año siguiente, lo mismo. Y así hasta tres Miuras. Además, hubo uno que le tenía ya en las manos, que el toro salió a la plaza y se lesionó y le metieron para adentro. Me llamó José “El Taxidermista” para decirme que habían devuelto el toro y que ya era mío. Yo ya llorando de alegría. Cuando me llamo a la media hora, me dice “Ha llegado el ganadero y se lleva el toro”. Y yo “¿qué me estás contando?”. Pero sí, para mí miura es especial.

Este año va a ser. 

Lo voy a intentar. Es mi ganadería favorita, pero siempre sabes que Miura es el último encierro, sabes lo duro que es eso, sabes cómo llegas al último encierro, ese hierro es ese hierro…

Ese encierro es complicado  

También te podría decir Cebada. Que mucha gente le tiene pánico a Cebada, pero no es mi caso…

Te he visto encierros muy buenos de cebada. Por ejemplo, en 2017 corriste con todos los toros de Cebada…

Efectivamente, yo con cebada tengo muy buen feeling. De toros que se han quedado sueltos y los he metido a la Plaza de años anteriores…

¿Tú mejor y tu peor momento en la calle?  

El peor el día de Huracán. Sí, porque ha sido el susto más grande que he tenido. Y el mejor no podría quedarme uno, es que tengo carreras de compartir con amigos, con Aitor, con otra gente… Tengo muchos buenos momentos que podría elegir cualquiera de ellos. Pero por ejemplo, la carrera de Escolar.

La de 2016…

Sí, “Cocinero” se llama el toro. Esa carrera fue brutal. Cogí el toro con Aitor en el Fitero, cada uno en un pitón, dándole Aitor: ¡dale, dale, Aitor!, y el me decía: ¡Dale, Bolo, sigue, sigue! Fue hasta dentro de la plaza. Aitor lo perdió en la Bajada y yo seguí con él hasta dentro.

¿Existe una carrera perfecta? 

Tú puedes hacer una carrera de 100 metros, y decir “vaya carrerón”, pero a lo mejor puedes hacer carreras de 30 metros, 40 metros, con el doble dificultad que dices, ¡ole! Igual has tenido que saltar a tres tíos, he tenido que esquivar a uno, me he vuelto a meter,  había uno parado… Por ejemplo, la de Cebada que subiste el otro día (2017).

Ese día corriste con todos los toros…

Ahí iba corriendo y se me puso Josetxu delante, me salí de la cara del toro, el toro se lo llevó a él por delante, y me volví a meter en la cara del toro. La carrera perfecta puede ser cualquier carrera: 30 metros con un amigo tuyo, la dificultad…

¿Cuántos encierros distintos corres al año? ¿Y con cuál de esos otros encierros te quedarías? 

Almassora, Pamplona, Sanse, Tudela, Tafalla, Onda, Falces… entre ocho o diez encierros diferentes.

Me quedo con Sanse, pero también con Falces. Sanse es mi segunda casa y disfruto mucho allí. Y Falces tiene su encanto, es otro encierro, otro mundo, totalmente diferente a todo.  En Falces ves a corredores buenos cagaos. No sé quién se inventó ese encierro, pero madre mía, no estaba muy bien de la cabeza (risas).

¿Qué es un buen corredor de encierros?

Para mí un buen corredor es un tío que le pones aquí, allí, aquí, allí… en cualquier lado y te corre bien en cualquier lado. Un tío como es Aitor que le pones en cualquier pueblo y se sabe desenvolver, y ya no en cualquier pueblo, que está zumbao… que a mí me gustaría hacerlo, pero ojalá mi valor me dejara hacer eso y correr un día en cada lado en Pamplona. Yo lo que hace Aitor le aplaudo como al que más.

Si tuvieras que describir los Sanfermines en tres palabras, ¿Qué dirías?  

Sueños, miedos e incertidumbre.

Eres corredor y has sido recortador, ¿Dónde pasas más miedo en el encierro o recortando? 

¡Puff! Para mí recortando, porque ahí estás tú solo en la plaza con el toro. Te puede hacer lo mismo corriendo que en la plaza. Hay que buscar tu sitio y elegir donde te sientes mejor y más a gusto.

¿Qué le dirías a alguien que quiere comenzar a correr? 

Que no quieran correr antes de andar. Que se fijen en la gente, pero que no quieran llegar ahí ya. Todo tiene un proceso y el querer llegar antes ahí te puede hacer llevarte sustos.

¿Tú crees que el corredor se hace o nace? 

Yo creo que se nace y aunque no te lo inculquen de pequeñito llega el día que explota. Igual que en el fútbol. Por mucho que quieras y por mucho que sigas unas pautas, si no estás tocado por la varita, al final no. Cada uno tiene su sitio. A lo mejor a mí me hubiera gustado ser abogado y no he podido (risas). Pero, aun así, si su sueño es ese, que luchen por él.

¿Qué es lo que te ha enseñado de ti mismo el encierro?  

He aprendido de mí muchas cosas: A valorar mucho más las cosas, tanto de mi vida cotidiana, como de mi vida, como incluso de mi familia, mis amigos, a respetar. He aprendido muchísimas cosas. Muchísimas.

¿Es como que aprendes un poco a saborear más la vida y valorar más los pequeños detalles?

Efectivamente. Hay gente que sabes que te quiero, pero llegan estos días y, egoístamente, veo a personas sufrir por mi, pero luego a las ocho y cinco disfrutan más que yo. Y luego piensas, esa gente está sufriendo por mí y luego se alegran más que yo, al final valoras todo eso: lo que te puede llegar a querer una persona. La gente que no conoces y se preocupa por ti, los niños que te miran con admiración y juegan a San Fermín en los campamentos de verano…

¿Has notado mucho cambio en el encierro desde que empezaste a correr ahora?

Muchísimo. Arma de doble filo, es bueno y es malo. Entiendo que la gente venga fuerte, pero también creo que cada vez hay menos respeto. Es como lo que te he dicho antes de cuando empecé a subir que no corría limpio, pero me lo dijo gente que para mí era importante y cada mañana me levantaba así. Pero ahora hay muchos chavales que les da igual, ¿llegará el momento que se den cuenta? Pues igual sí.

Es como si el encierro estuviera de moda en estos momentos 

Efectivamente, y es que es así. A lo mejor no es que esté de moda, sino que con el parón del COVID se han juntado gente que venía evolucionando y la gente que venía después, entonces se han juntado todos. Por eso antes estaban esas carreras tan largas que ahora son imposibles.

¿Qué sueños te quedan por cumplir en el Encierro de Pamplona? 

Me queda un sueño en Pamplona que es meterme entre todos los toros y todos los bueyes, en medio de la manada. El día que consiga eso, es posible que al día siguiente no corra de la borrachera que me pillaré (risas).

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1 COMENTARIO

  1. Felicidades por esta pedazo entrevista ,
    Me llega muy dentro del corazón.
    Bolo es (mi yerno y ya es como un hijo )
    Con sus carreras lo paso mal , “por lo mucho que expone ” pero cuando veo que él a echo buena carrera , me lleno de alegría por él .
    Y dando gracias y pidiendo que no le pase nada .
    Es grande bolo .

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