Alfonso Vázquez, mayoral de Fuente Ymbro, lleva varios días en Pamplona cuidando con mimo a sus toros en los corrales del Gas. Quedamos con él para conversar sobre la selección de los ejemplares para San Fermín, la importancia del trapío y sus expectativas para esta corrida.
También abordamos el encierro, el respeto hacia los toros y cómo les afecta la experiencia. Y, por supuesto, su pasión profunda por el toro bravo, una vida ligada al campo y a la ganadería brava. Paseen y lean las reflexiones de un gran mayoral que nos recibe con humildad, deseando que sus toros vuelvan a mostrar la casta y bravura que el año pasado les valió el trofeo a la mejor corrida de la Feria del Toro.
Antes de nada, corrida muy seria y bien presentada. ¿Hay algún toro que le guste especialmente?
Hay hijos de sementales que destacan un poco más que otros, ¿no? Pero luego, el comportamiento final no sabes qué van a hacer…
¿Se selecciona a los toros para venir a Pamplona por notas o por trapío?
Sí, por trapío. Por trapío. Lo único es que, si dentro de la camada, en vez de tener 8 o 9 toros, tienes 14 o 15, pues se puede apartar alguno por nota. Pero, primero, el trapío.
¿Cómo se están portando en el Gas?
Bueno, normalmente pasa siempre igual, ¿no? El primer día llegas y, como no suelen estar juntos en el campo —porque siempre hay algún toro que está en un cercado diferente—, cuando los metes aquí, al final hay algunos problemas.
Ahora, como solamente hay dos corridas en el Gas, se pueden utilizar otros corrales y tenerlos aparte. Pero llegará el momento en que ya se llenarán los corrales y habrá que juntarlos. Y ahí es donde viene el problema otra vez.
¿Cómo es el día a día aquí en el Gas? ¿Cómo son los cuidados?
El día a día es largo, porque uno está acostumbrado a tener muchas actividades en el campo. Entonces, quieras que no, te levantas temprano —porque es la costumbre del campo— y arreglas los animales, pero los tienes arreglados en cinco minutos. Y ya… pues pasar el tiempo. Aquí el día es largo.
Por el tiempo sin actividad…
En el campo estoy acostumbrado a estar todo el día haciendo cosas, y aquí, aunque vienen conocidos, vas a tomar una cerveza… llega un momento que no es tu día a día.
El jabonero y el castaño me encantan, y justo son los toros que están separados…
Sí, son los dos que hemos tenido en el campo —por circunstancias— en cercados diferentes, y ahora veremos, cuando los juntemos, qué es lo que ocurre. Esperemos que los podamos meter en corrida a los dos.
¿Cuánto tiempo lleva trabajando de mayoral?
Bueno, yo me he criado siempre en esto. Es decir, mi padre trabajaba en una ganadería brava y yo me crié con él en la finca, porque siempre he vivido en el campo. Conocí a esta familia y me ofrecieron el puesto de trabajo. Por circunstancias personales, acepté trabajar en su casa, me ofrecieron la oportunidad de empezar con ellos la ganadería. Lo aceptamos, nos pusimos de acuerdo, y desde el día 1 de diciembre de 1994 llevo trabajando con ellos.
¿Cómo es un día típico en el campo?
Un día típico en el campo, pues lo normal: sales por la mañana y no sabes lo que te vas a encontrar. Tienes una programación hecha, ¿no? “Hoy tienes que hacer esto”, porque lo habitual es que vayas ya preparado con lo que quedó pendiente del día anterior, o con lo que quieres hacer ese día, si hay que correr toros, si hay que enfundar… En fin, el día normal es salir temprano con una planificación, pero a veces se interrumpe porque te encuentras cosas imprevistas: un toro que le hayan pegado, animales con los ojos malos… En fin, actividades que aparecen y que no estaban previstas.
Ha dicho “que si hay que correr toros”… La preparación, ¿cuántos días corren?
Normalmente se corren dos días, si podemos, dos veces a la semana. No siempre por el trabajo se puede, pero normalmente lo procuramos.
¿Cómo vive usted el encierro? ¿Dónde lo ve?
Bueno, lo vivo siempre con mucha emoción. Desde la tarde anterior, cuando se hace el encierrillo, a ver cómo llegan allí, si llegan muy fatigados… Porque los animales se tiran aquí diez o doce días prácticamente muy parados. Entonces, aunque vienen con una preparación hecha de campo, cuando ya llevan aquí diez o doce días sin moverse para nada, hay que ver cómo llegan.
Luego, al día siguiente, me voy a la plaza, a la entrada de chiqueros, de corrales, para ver si entran bien, si entra alguno con algún problema… y luego, automáticamente, cuando ya cierran las puertas, paso a reconocerlos dentro de los corrales.
¿Cómo cree que le afecta el encierro a los toros?
Si no hay ningún accidente, para ellos es un beneficio esa carrera, porque les rompe la tranquilidad que han tenido aquí durante estos doce días. Al final, esa carrera les viene muy bien, porque los animales abren los pulmones. Valoro mucho la carrera.
Los toros pierden mucho peso al venir, ¿no?
Normalmente pierden peso, que luego, algunas veces, si están tranquilos, lo recuperan.
Entonces, ellos, que están acostumbrados a la actividad, después de unos días sin tenerla aquí en los corrales, recuperándose del viaje, correr en la calle les viene bien para soltarse, ¿no?
Efectivamente. La carrera, si no fuese porque pueda surgir algún imprevisto —como una caída o una lesión, ya sea de manos, patas o cuernos—, puede ser muy beneficiosa. Incluso puede suceder que se descoordinen, aunque durante la carrera no se aprecie la lesión porque no sea grave, y luego, en la plaza, cuando el toro se estrese más, sí la pueda acusar.
¿Cree que se respeta a los toros en el encierro?
Dentro de todo lo que se ve —y se ve prácticamente el encierro completo—, se respeta mucho. Porque, claro, a veces es imposible evitar que, por movimientos, empujones o caídas, alguien toque o caiga sobre un toro en un sitio donde no se debería, ¿no? Pero, claro, con tanta gente corriendo al mismo tiempo o empujándose unos a otros, a veces se comete alguna infracción, como coger al toro por el cuerno o apoyarse en él para intentar no caerse. Sin embargo, lo normal es que, en general, se respete bastante.
¿Qué es lo primero que se le viene a la cabeza cuando escucha “Feria del Toro”?
La Feria del Toro es lo más importante. La corrida más importante del momento. En la Feria del Toro, el toro es el que tiene el protagonismo. Aquí han conseguido que se anuncie el toro antes que nadie, ni toreros ni nada. Es decir, aquí se anuncian las ganaderías que van a venir. Luego les darán opciones a las figuras para poder apuntarse a una u otra, pero aquí lo que se vive es el toro.
Esa es una filosofía de la Feria del Toro. ¿Cómo la vive usted?
Bueno, ya estoy acostumbrado, ¿no? Empecé con muchos menos años de los que tengo ahora. Llevo 20 años viniendo —no 20 años seguidos, porque nos penalizaron en una ocasión y perdimos dos años por la pandemia—. Al principio venía con mucha ilusión. Bueno, y sigo viniendo con ilusión, pero ya más tranquilo, más pausado. Antes decía: “quiero venir de los últimos”. Ahora es al revés: quiero venir de los primeros. A vivir los días más tranquilos, que son los de antes del chupinazo, porque una vez que se pega el chupinazo, es un desmadre. Y eso, vivir este momento, con los amigos, los compañeros, los conocidos…
¿Qué tiene Pamplona que no tengan otras ferias?
Venimos con mucho tiempo por las circunstancias de las visitas. Entonces, al venir con tiempo, a veces descansas… a veces no descansas. En otras plazas, la lidia es más rápida.
¿Va, descarga, lidia y a casa?
Exacto: cargas hoy, llegas mañana, te reconocen; pasado mañana estás ahí, el día tranquilo. Ves las corridas que van transcurriendo en la feria, y al día siguiente ya estás lidiando. Aquí no, aquí te tiras unos días más pausado. Tienes tus ratos con los amigos, cenas, comidas… Esa es la diferencia con otras plazas.
Día 7, día de San Fermín, y un cartelazo. ¿Qué espera de esa tarde?
Este año tiene atractivo, aunque nosotros, en Pamplona, casi todos los años tenemos un cartel interesante, ¿no? ¿Que este año nos han puesto de los primeros…? He oído comentarios —no sé si será cierto— de que el alcalde había pedido un cartel más atractivo para el día en que le tocaba presidir la corrida. Creo que va por ahí, pero no lo sé. No sé si será cierto. Entonces han adelantado la fecha… pero, para mí, encantado.
¿Qué se siente cuando ve a los toros triunfar en la plaza?
Orgullo. Orgullo.
Y, además, el año pasado, premio a la mejor corrida. ¿Supone más presión o no?
No, hombre, te da más preocupación que este año estén a la altura, ¿no? Pero no, normalmente, tranquilidad. Los años que llevamos lidiando seguidos después de la pandemia, las corridas están funcionando. A lo mejor este año no funciona, pero todos los años vienen funcionando.
¿Se redujo mucho la ganadería en pandemia?
Sí, se redujo bastante. Cuando las ganaderías se basan en muchas fincas, la manera de mantener a los animales es menos costosa. Pero, cuando una ganadería depende mucho del pienso, de echarles de comer, ¿qué ocurre? Hay que reducir. Y, en un caso como este, en el que no se sabía cuándo iba a acabar, se redujo el número de vacas madres. Entonces, ha dado la cara estos cuatro años. Se quitaron, además de añojos, erales y utreros, las vacas madres. Al quitar las vacas, quitas la madre; entonces, la parición es más corta.
Ha dicho que comen mucho pienso. ¿Aquí trae el mismo pienso?
Sí, el mismo. Una vez que se preparan lo que son los toros de corrida o las novilladas de corrida, cuando ya se empieza a preparar —a no ser que haya un problema de alimentación y haya que cambiarlo—, se hace con tiempo y muy lentamente. Es decir, en el proceso de adaptación se pasa de un tipo de pienso a otro en mínimo 15 días. Se va haciendo poco a poco, se van mezclando de menos a más, y los animales no notan el cambio. Eso en caso de que haya un problema, pero, si no lo hay, siempre están comiendo el mismo pienso.
¿Qué significa para usted el toro bravo?
Ha sido mi vida. Es mi vida. Por todo. Yo me he criado con mi padre en una ganadería brava y a mí me gusta el campo. El campo, aunque tiene otro tipo de animales, no transmite lo mismo. La sensación que te da el toro bravo y el caballo no la tienen los otros. ¿Cómo te diría yo? La sensación, la adrenalina.
La adrenalina, la tensión, la emoción…
Todo, todo. Eso no lo tiene el ganado manso. Sí, es bonito, tiene su trabajo, tiene su campo, tiene su forma… Pero el toro, la mirada, la expresión, ese momento, esa pelea… es muy diferente.
¿Apuesta por algún toro en concreto de los que han venido?
Yo apuesto por los seis.
¿Por si hubiera alguno que usted dijera: “Este, en concreto, me gusta mucho”?
Bueno, hay un toro que viene de una reata muy buena. Muy buena. Este año hemos lidiado dos toros en Madrid, hermanos de padre, en diferentes corridas, y un tercero que ha sido la novillada de Marco Pérez.
¿El quinto?
El quinto. Sabíamos que, si triunfaba alguno, tenían que ser estos, por reata, por la familia. Aquí viene un nieto de bisabuelo, abuelo indultado, bisabuelo indultado… y tenemos mucha esperanza.
¿Y es el…?
El 97. Luego será lo que Dios quiera. Eso… no es lo que Dios quiera.
Muchas gracias, Alfonso. Mucha suerte.
