ENTREVISTA A ÍÑIGO ETXANIZ
Entre las estrechas calles de Estafeta, cargadas de historia y emoción, Íñigo Etxaniz ha dejado una huella imborrable. Leyenda viva y activa del encierro de Pamplona, lleva 35 años volando por Estafeta. Corredor potente y diferente, ha dejado para la historia carreras dignas de admirar y aprender visualizándolas en bucle. Desconocido para mucha gente, nunca ha querido dar entrevistas.
Hoy, Íñigo accede y nos habla del encierro y de San Fermín con sabiduría y experiencia. Un privilegio poderle escuchar y aprender tantísimo. Sin ningún tipo de duda, Íñigo Etxaniz es uno de esos pocos elegidos con talento natural para correr delante de los toros en la mística, encantadora y siempre mágica Estafeta. La calle de la felicidad y del miedo.
Sus comienzos en el encierro
Como muchos corredores, Íñigo tuvo un referente: su hermano. “Me lleva ocho años y digamos que él fue el que empezó en esto de acortar las distancias, empezó a correr sin periódico y se metía dentro de la manada“, recuerda. Su debut fue el 7 de julio de 1988 con Torrestrella.
Cebada Gago
Ese primer año solo pensaba correr los días 7 y 14, que corría Miura, pero tanto le enganchó que corrió todos. Así pues, días después, viviría uno de los encierros más recordados y peligrosos de la historia, el famoso encierro de Cebada del 88, donde Doloroso II se dio la vuelta en la misma Cuesta. Recuerda que, “Miedo importante, de hecho, todos los encierros son de miedo, pero cuando pasa eso… pasa que yo estaba aleccionado, en el sentido de que si había toro suelto, al vallado. Y hubo muchos toros sueltos… Muchos, muchos toros por todos los lados”.
A pesar de este debut con la temida ganadería gaditana, a él siempre se le han dado bien los Cebaditas, firmando auténticas obras de arte delante de sus astas. Sin embargo, este año, “Por hablar”, se ríe, “que hay que estarse callado. El día de Cebada no pude correr bien y no solo eso, me caí. Alguien me debió dar un golpe en las costillas y ya no he podido correr más. No sé si llevo fisura o qué, fue un golpe bastante fuerte”.
35 años corriendo en Pamplona: cambios y evolución del encierro
A lo largo de estas tres décadas, Íñigo Etxaniz ha sido testigo de cómo el encierro y el toro han cambiado. Del encierro nos dice que: “Ha cambiado mucho, especialmente en el aspecto de las distancias. Cuando empecé, se daba más distancia a los toros. Casi todo el mundo corría con periódico y así medías la distancia con el toro, hay que echarle el periódico, eso es muy bonito y estético. Aprendí de la forma de correr de mi hermano y él nunca corría con periódico, entonces nosotros, al no tener que girar y echarle el periódico al toro, reducimos las distancias. Lo de ahora es infumable, ahora no es que no haya distancia, es que la gente se monta en el toro”.
El toro
Respecto a los cambios que ve en el propio toro, asegura que: “Ahora, el animal no se fija tanto, antes, cualquier toro que fueses tú fuera de la cabeza, de la línea, que fueses por un pitón, te bajaba la cabeza y te lanzaba derrotes. Ahora ya no pasa”.
El respeto al toro es una constante en la filosofía de Íñigo. “Es el animal más bonito que existe. Sin el toro de lidia, esta tradición no tendría sentido. Nadie va a gastarse los dineros para nada“, afirma con rotundidad. Defiende que esta es la razón por la que el toro sigue existiendo.
Su estilo único
Si algo ha caracterizado las carreras de Íñigo Etxaniz es su capacidad para ver el hueco con la velocidad y violencia que lleva la carrera y meterse en medio de la manada, algo que es muy difícil de hacer, pero también de explicar. Él lo intenta de esta forma: “Es un don porque no hay mucha gente que lo haga. Tener más cojones que otro no lo considero, ver ese hueco y pensar: ‘ahora me meto’”.
Además, menciona una diferencia entre los corredores navarros y los de otras regiones. “La gente de Pamplona y de Tafalla somos más de correr y de Tafalla para abajo son más de recortar. No digo que no sepan correr, eh, pero a nosotros nos gusta más correr con toros en manada. No tenemos ese don del recorte“, comenta. Para él, esta distinción no es una crítica, sino una muestra de la diversidad que enriquece al encierro.
Momentos difíciles en el encierro
Como es lógico, después de tantos años en la cara de los toros, Íñigo también se ha enfrentado a momentos difíciles en la calle. Uno de ellos ocurrió en 2002, cuando un toro de Dolores Aguirre hirió a su amigo Víctor Alves. “Íbamos corriendo los dos, uno por cada pitón. Nos encontramos con un toro cruzado a la altura de la farmacia. Se dio la vuelta y le pinchó. Yo me pude salir, pero me caí, el toro me hizo hilo y me dio un par de revolcones“.
El futuro de Íñigo en el encierro
Aunque Íñigo había contemplado retirarse este año, una caída durante el encierro de Cebada Gago le dejó un sabor amargo. “No quiero retirarme en el suelo“, confiesa, dejando la puerta abierta a seguir corriendo el próximo año.
Sanferminero por encima de todo
Se da la circunstancia de que Íñigo es un corredor atípico, lo suyo ha sido siempre correr en Pamplona, y en Estafeta, concretamente a la altura de la Bajada de Javier. Algunas veces esporádicas ha corrido en San Sebastián de los Reyes o los días 15 de agosto en Tafalla, ya que dice que: “San Fermín para mí son los encierros“.
El respeto y consejos para los nuevos corredores
Para Íñigo Etxaniz, el respeto es fundamental, habla de él a lo largo de la entrevista en varias ocasiones: “Lo primero es respetar al toro y a la carrera. El respeto al compañero es fundamental“. También aconseja que el que quiera iniciarse se informe primero.
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