ENTREVISTA A MIGUEL LEZA
Miguel Leza lleva corriendo el encierro en Pamplona desde el 12 de julio de 1979, cuando comenzó a recorrer Estafeta. Sin embargo, no fue hasta que bajó a correr en La Cuesta de Santo Domingo en 1996 que descubrió el verdadero encierro: “La Cuesta es La Cuesta”, comenta con una sonrisa. “La mayoría de la gente somos de casa y eso se nota. Es donde más vamos de blanco, somos una familia, y cuando acaba el encierro preguntamos si está todo bien.”
La magia de La Cuesta
La Cuesta de Santo Domingo es un tramo del recorrido que destaca por su velocidad y por la frescura con la que los toros suben la cuesta. “En La Cuesta manda el toro”, dice Leza, “el toro es el que impone la velocidad, está fresco y sube con todo lo que tiene. Es el tramo más rápido”. Para Miguel, este es un lugar especial, casi mágico: “Cuando bajé a correr a Santo Domingo descubrí el verdadero encierro de Pamplona”.
Nos cuenta que, en La Cuesta la mayoría de la gente son de casa y eso se nota. “Es donde más vamos de blanco, somos una familia y cuando acaba el encierro preguntamos si está todo bien. Es diferente. Ojo, la emoción con un toro en la calle es igual que sea Santo Domingo que Estafeta, pero el sentimiento de Santo Domingo y la magia de La Cuesta es diferente. ¿Estafeta? Cuando corría era mucho más joven y había más huecos, ahora hay mucha gente de fuera y es distinto.”
Un encierro limpio y rápido
Hoy el encierro en La Cuesta ha sido precioso, cuando dos toros de Fuente Ymbro se han adelantado a partir del mercado y han permitido realizar preciosas carreras. Miguel nos cuenta así cómo lo ha vivido él: “Ha sido muy bonito, porque se ha corrido. El problema de estos días de atrás es que había mucha suciedad, me refiero a suciedad en cuanto a gente. Había mucha gente de la que se queda parada y no podías desarrollar la carrera, sin embargo, hoy ha sido un encierro limpio. Los toros venían a una velocidad que se ha podido aguantar más que otros días y ha sido bonito. ¡Hemos visto toro!”
El cambio generacional
A lo largo de sus 44 años de experiencia, Miguel ha sido testigo de una notable transformación en el encierro, especialmente en cuanto a la presencia de jóvenes corredores. “Hasta hace unos años, si ves fotos, estábamos siempre los mismos, corredores veteranos, pero ahora hay un relevo generacional extraordinario”, comenta. Esta renovación ha dado lugar a un encierro con una mezcla de juventud y veteranía: “En el segundo tramo de La Cuesta, los jóvenes que tienen más piernas se ven subidas preciosas”, añade.
La tradición sigue viva
Leza destaca cómo los corredores de La Cuesta, muchos de ellos jóvenes, siguen manteniendo vivo el espíritu del encierro. “Es bonito de ver que el encierro tiene futuro”, dice con orgullo. Aunque bromea sobre su propia veteranía: “Ojo, los veteranos seguimos ahí. No somos tan viejos, ¡tenemos canas, pero no somos tan viejos!”
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