En la jornada de ayer sábado, se presentó oficialmente la Peña Taurina Aarón Palacio en la localidad zaragozana de Ejea de los Caballeros. Un evento lleno de actos que reunió a aficionados de toda la provincia, amigos y familia en torno a un joven novillero que despierta muchas ilusiones dentro y fuera de Aragón.
El nacimiento de esta Peña era algo necesario para la afición taurina aragonesa. Una afición que soñaba con tener un torero, y que ahora ve ese sueño convertido en una absoluta realidad. Aragón tiene torero, Zaragoza tiene torero, Cinco Villas tiene torero y Biota tiene torero. Y no cualquier torero, como se reflejó en la gran asistencia a un acto presentado por Isabel Sauco y al que no le faltaba un detalle.
La jornada comenzaba con un almuerzo donde no podían faltar las tradicionales migas aragonesas. Después, Isabel tomó la palabra y dio paso a un extraordinario vídeo proyectado en una de las paredes del gran salón. En el documento audiovisual, los presentes disfrutaron de los mejores momentos de la trayectoria de Aarón, incluidos sus primeros pasos dando capotazos con un trapillo siendo apenas un bebé con pañales. Bonito y emocionante.
Posteriormente, se leyeron las bases y el propio Aarón dedicó unas palabras a la afición a la que tanto enamora. Tras la presentación, todos los asistentes se dirigieron hasta la plaza de toros donde comenzó todo, esa plaza coqueta y escondida donde nació un sueño. Allí, Aarón volvió a demostrar su magia y su luz. Un tentadero con gusto, para disfrutar y hacer disfrutar, y por supuesto, para seguir afinando la preparación de cara a sus tres próximas citas primaverales en plazas de primera: Zaragoza, Madrid y Sevilla.
Durante toda la jornada no faltaron los momentos tiernos, divertidos y emocionantes, en un ambiente donde se respiraba afición, humildad y respeto por los cuatro costados. Tras una comida amena y festiva, el broche de oro lo puso una interesante tertulia taurina, también conducida por Isabel Sauco. En ella, Aarón Palacio, Miguel Cuartero y Carlos Cardiel —presidente de la Peña y anfitrión— pusieron en palabras las esperanzas, sueños e ilusiones de todos, remarcando la importancia de apoyar a un torero que está llamado a marcar una época.
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Aarón Palacio, Torero
Escribo estas líneas aún conmocionado por la faena de Aarón al novillo “Zambombero”, dentro de la novillada de la Feria de San Isidro, ayer 13 de mayo de 2025, en la plaza de toros madrileña de Las Ventas.
Como docente no se debe preguntar al alumnado qué quieres ser de mayor, por indiscreción, impertinente por lo tanto, y sobre todo porque hasta el bachillerato –pocas personas lo tienen claro desde principio y en algunos casos ni entonces– es lógico que unas criaturas en formación tengan claras sus prioridades profesionales y de vida.
Cuando di clase en el Instituto de Educación Secundaria “Andalán” de Zaragoza cometí ese despropósito con un grupo pequeño de estudiantes entre los que estaba Aarón, y me extrañó cuando me dijo que él quería ser torero. A mi requerimiento de que no me gastase bromas, me contestó que hablaba en serio –él ya era bastante serio, lejos de ser triste, aburrido y pesado, como demostraban sus muchos amigos–, y me detalló que en Biota vivía cerca de una ganadería, con sus padres acudía a tentaderos, capeas y festejos, conocía y se familiarizaba con el ganado, y era un ambiente que le gustaba. Hablamos entonces, me acuerdo, de la dificultad de esa carrera profesional, de los sacrificios que conlleva el arte del toreo y después, con el paso del tiempo, cuando veía a Arón de vez en cuando por nuestro barrio le preguntaba por su vida.
Supe por retransmisiones y noticias taurinas sus premios, algún arreón fuerte que le había impedido participar en la Feria del Pilar pasada, su invernada, creo que en Cádiz, para perfeccionar su estilo, reflexionar y coger fuerzas, y este año su triunfal participación –salir por la Puerta Grande– en la novillada con picadores en la plaza de La Misericordia de Zaragoza, mano a mano con Cristiano Torres, el 19 de abril de este año.
Me admira como aficionado taurino que Aragón Televisión, nuestro canal autonómico, retransmita alguna corrida del ciclo isidril –algo en apariencia tan minoritario y denostado, luego se ven las plazas llenas y hasta el no hay entradas–, y cuando vi también programada una novillada, sin el atractivo y el fulgor aparente de las “grandes figuras”, me propuse aprovechar la oportunidad. Ver a Aarón de rosa y oro, con la montera en la mano, hacer el paseíllo fue la sorpresa más agradable y un estímulo a seguir con pasión el festejo. Gracias a los distendidos comentarios de Javier Valero y del inolvidable matador Raúl Aranda, hasta yo disentía a veces de sus sabias palabras.
De salida enfrentarse con el capote a una fuerza de la naturaleza, un toro, perdón, un novillo de casi seiscientos quilos, a puerta gayola, o darle tres o cuatro pases hasta fijarlo, templarlo y luego quedarse quieto para mandar con el arte de las verónicas hasta que el tercio se cambie y salgan los caballos, toda esa secuencia ya muestra la dimensión de esa mezcla de arte y lenguaje, valor y pasión que es el toreo.
Todo esto lo sentí con Aarón, conocido de alumno joven y su contraste actual de crecido matador en ciernes de hacerse por completo: Serio en las tablas mientras espera; expectante en el comportamiento de salida o al esperarlo de frente, valiente para afrontar el vendaval al recibirlo; atento en llevar de capote con suavidad, con mimo y cuidado, al animal al caballo, porque allí se fragua el castigo y se advierte en su respuesta cómo será la embestida; tranquilo y confiado en la suerte de banderillas que estimularán la fuerza del astado; de fuera hacia el centro de la plaza la faena, ganando terreno, mostrando con naturalidad el mando tras haber parado y templado; advertir las cualidades y los defectos en el enroque para aprovechar las fuerzas y el mejor pitón; despacio la muleta, pensar las distancias, con ritmo casi musical; el trapo muestra, facilita y engaña; los giros con el remate y el desplante con mirada confiada al tendido expectante; los naturales abajo, según la embestida, y ofreciendo la oportunidad al morlaco que siempre se verá insatisfecha; el desarme, asumible con rapidez y de nuevo a la faena; nueva serie por el mejor pitón e incluso intentar lo difícil que demuestra el sentirse a gusto y alegre, contento de estar allí expresando lo que me he formado y lo que soy; cambio de espada y pases de alivio para preparar el cruce final; tranquilidad, valentía, porque es el momento más arriesgado, acierto y convencimiento en la suerte suprema: pinchazo a mejorar en la próxima; estocada en todo lo alto, vamos a ver si es suficiente o hay que recurrir al certero descabello tan ensayado…
Luego la satisfacción personal como espectadores y admiradores, que suponemos infinita en Aarón tras la buena labor realizada, motivo seguro para nuevos ánimos. Muchas gracias, matador, un fuerte abrazo. Suerte y al toro.
Por favor, hacédselo llegar a Aarón, gracias.
Muchas gracias por sus palabras, sin duda, se lo haré llegar a Aaron. Me ha emocionado su escrito al igual que ayer me emociono ver torear a Aaron. ¡Un saludo!